viernes, 4 de mayo de 2012

Narración 1

El mundo para Marta era negro, siempre tenía algún problema pero ella siempre lo disimulaba con un gran salero y una gran sonrisa delante de la gente. Marta era una chica de 16 años a la que le encantaba quedar con sus amigas y hablar de chicos, como ella decía le encantaba hacer noche de chicas, maquillarse, pintarse las uñas y chismorrear sobre moda y todo lo que ella pensaba que le debía gustar a una chica de su edad, pero guardaba un gran secreto o ella lo veía así, y es que en su familia las cosas no iban bien, su madre hacía unos años que había fallecido, lo cual ella siempre recordaba con tristeza pero ella la seguía sintiendo cerca, pero lo que más atormentaba a esta chica es que su padre se había quedado sin trabajo, ya hacía tiempo, y claro, para él era muy difícil seguir dándole todos los caprichos que había tenido hasta ahora, aun así Marta no lo entendía ella seguía pidiendo sin pensar en las consecuencia que podía llegar a tener eso en la economía familiar a ella solo le importaba estar perfecta y eso provocaba enormes discusiones en su casa hasta el límite de llegar a romper cosas, y su padre siempre aguantando sin saber muy bien que hacer con ella.


Un día el padre ya desesperado se puso a pensar en como reconducir a su hija, ya que aun siendo hija única siempre había sido una niña generosa con los demás y muy tierna con él. Él quería recuperar a esa niña de la infancia y hacer ver que las cosas en la vida no son solo ropa y chicos que hay algo más allá de eso. Entonces se puso a darle vueltas al tema sin mucha motivación dado que no era la primera vez que buscaba una solución para eso. Él sabía que para su hija el ser "pobres" era algo insoportable y que ella vivía en un mundo de princesas, ya que solo se dedicaba a su físico, ni estudiar, ni trabajaba y tampoco ayudaba en casa. Ya había provado un montón de métodos: esconderle la ropa, no darle dinero para sus extensiones, no comprarla cosas innecesarias, etc. Pero ella siempre se salía con la suya, le tenía totalmente dominado, hasta que se le ocurrió una brillante idea y sin pensarlo dos segundo se puso manos a la obra, se subió al altillo y empezó hacer las maletas. Cuando llegó Marta de estar en la calle con sus amigas se adentró hasta el salón, muy contenta porque hoy como siempre había conseguido todo, y gritó desde lejos hola!!, con desbordante alegría y al entrar el salón  vio a su padre sentando en el sofá con las maletas hechas y sin dirigir más palabras empezó Marta a decir: ah! Papá ni sueñes que me voy a ir a vivir otra vez con mis tíos porque... Y en ese instante su padre le corto con una voz seca diciéndola: No Marta, no te preocupes esta vez soy yo el que se va, y se empezó a borrar la sonrisa de la cara de Marta pero su padre siguió hablando: yo no aguanto más hija, te quiero muchísimo y eres lo mejor que me ha pasado en la vida pero no podemos seguir así porque sino va a llegar algún momento en que pase algo peor, yo te pasaré un dinero al mes con ello tendrás que pagarte todo, y sin que Marta dijera nada su padre se levanto, le dio un beso en la cabeza, cogió sus maletas y se marchó. Al irse Marta se quedó en estado de shock, pero pronto empezó a pensar que era lo mejor que la podía haber pasado que ahora iba a tener dinero y una casa para hacer lo que ella quisiera sin decirla en que gastar o no gastar.


Los días iban pasando y al principio todo fue genial, sus amigas iban a casa hacían fiestas y se empezó a gasta el dinero en todo tipo de caprichos, hasta que pasados quince días cuando el mes ya estaba acabando, Marta llegó a su casa e ilusionada porque pensaba que le habría llegado su revista de moda se dispuso a abrir el buzón pero para su sorpresa la revista de moda no estaba y en cambio había todo tipo de factura, aun así ella no perdió la sonrisa porque sabia que todavía le quedaba algo de dinero así que subió a casa y se puso abrir las cartas, al principio no se preocupaba y abrió las primeras sin miedo pero según iba abriendo la iban entrando unos sudores fríos por todo el cuerpo, empezó a ver que no tenía dinero para pagar ni la mitad de las facturas, ahí fue cuando verdaderamente de dio cuenta del esfuerzo que hacia su padre cada vez que la pagaba algo de sus caprichos, asi que cogió el teléfono y llamo a su padre llorando.

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