miércoles, 7 de diciembre de 2011

La crónica de no ficción ensancha la retórica del cómic

Directas, sencillas y muy personales. Las crónicas periodísticas en forma de cómic han ensanchado la clásica retórica de las viñetas. La relación cada vez más cercana entre el noveno arte, el periodismo y la crónica de no ficción conforma una de las grandes tendencias en el mundo de la historieta.
El nuevo cómic habla de campos de refugiados, de conflictos bélicos enconados,  de los contextos sociales de la violencia extrema o del fanatismo religioso.
A las obras  clásicas y recurrentes del género de autores como Joe Sacco (Palestina), Marjane Satrapi (Persépolis) o Art Spiegelman (Maus), hay que sumar dos novedades centradas en Oriente Medio: Crónicas de Jerusalén, del celebrado Guy Delisle, y El coche de Intisar, de los españoles Pedro Riera y Nacho Casanovas.
Religión y sociopolítica
Las historias jerosolimitanas del canadiense Delisle, quien arrojó un poco de luz sobre los delirios del régimen comunista norcoreano en la imprescindible Pyongyang, ofrecen su personal visión del más enquistado de los conflictos políticos contemporáneos.
El autor, que vivió un año en la Ciudad Santa acompañando a su pareja, trabajadora de Médicos Sin Fronteras, desgrana las absurdas peculiaridades de un espacio dividido por la fuerza y la historia.
La deplorable situación de la mujer en Yemén es el transfondo de El coche de Intisar.La personal historia de Intisar, una joven de 27 años que nunca ha querido aceptar la dictadura del pensamiento único masculino, traza la realidad, a veces soprendente, otras dramática, de una sociedad tremendamente machista e insensible.La protagonista recorre las calles  con su coche, desafiando la ley y acercando su mundo al nuestro a base de anécdotas.
Otros nombres
Zeina Abirached
“Me acuerdo . Beirut’
El mundo es hóstil; y en Líbano lo es todavía más. Pero no por ello la autora pierde su humor, con el que narra su vida cotidiana en Beirut con la perspectiva del recuerdo.
Lefévre y Guibert
El fotógrafo’
Obra imprescindible y en tres partes sobre las experiencias de un fotógrafo de Médicos Sin Fronteras en el conflicto afgano-ruso que asoló Afganistán en los 80.
Joe Sacco  
Gorazde, zona protegida’
Uno de los relatos más desgarradores, emotivos y prolijos de la Guerra de los Balcanes y la mejor apuesta del autor, que con esta obra dio forma al género de la crónica. 

martes, 6 de diciembre de 2011

Los poetas que no fueron

Si Supermán fuera poeta, 
escribiría esto
Lo del rizo en la frente no fue idea mía, fue
cosa de mi padre, como lo de hacer justicia.
Yo habría sido feliz en la granja, surcando
el prado de centeno como alma que lleva el
diablo, echando carreras a los trenes, levantando
tractores, cortejando a Lois. Pero mi padre dijo:
«Viniste aquí por un motivo. Debes cumplir tu
destino». Y así comenzó el suplicio. ¡Y hay tanto
por hacer! Y yo solo no puedo. Alcázar tiene a
Pedrín, Batman a Robin, Pin a Pon, pero yo estoy
solo muy solo, más solo que Marta Sánchez,
más solo que Gary Cooper, más solo que Major
Tom. Además, para qué engañarnos, esto no hay
quien lo arregle, de sobra lo sabemos. De modo
que lo dejo. Daré la vuelta al mundo siete veces
siete para echar el tiempo atrás y sestear sobre la
hierba cortada, perforar el cielo, jugar al béisbol,
amar a Lois. Y ya no seré pájaro, no seré avión,
sólo un muchacho; otro muchacho que no quiere
crecer, otro guardián entre el centeno.



Si Pinocho fuera poeta, 
escribiría esto
¿Que viene el lobo? ¿Los Reyes Magos? ¿Ideal
parejas? ¿Para todos los bolsillos? ¿Tendrá pelo en
tres semanas? ¿Talla única? ¿Lo importante es participar? ¿El tamaño no importa? ¿El dinero no da
la felicidad? ¿La belleza interior es lo que cuenta?
¿Los hombres no lloran? ¿Dios? Yo no mentía más
que vosotros.



Si el Hombre Invisible fuera 
poeta, escribiría esto
Os voy a enseñar lo nunca visto.



Si Charlie, 
el de Los Ángeles, 
fuera poeta, escribiría esto
Mis ángeles no son como los de los cuentos.
Sí tienen sexo, no alas, y yo soy el que custodia las esquinas de sus camas. Saben que
las protejo, pero verme no las dejo. Cuando
ellas van, yo vuelvo. Cuando llegan, ya no
estoy. No saben ni si existo, pero yo sí las
he visto. Ellas, en cambio, no. Para ellas sólo
soy el humo de un cigarro, la huella de mi
cuerpo en un asiento, un vaso medio lleno,
una cortina que levanta el viento.

Un viaje irresistible y extraño

Julio Verne, autobiografía espiritual

Escribía dos libros y medio al año. Era un lector compulsivo de obras científicas y geográficas. Engullía cuanto caía en sus manos —como la aeronáutica y astronomía para su novela sobre la Luna—, era permeable a todo conocimiento y así describía desde el prodigio la Tierra del Fuego a la de la Desolación y, «que se sepa, Julio Verne nunca estuvo en Sudamérica», señala a ABC el traductor y reputado experto verniano Carlos Ezquerra, que ha vertido al español la novela inédita de Verne «El ácrata de la Magallania» (Erasmus). Fuera de algunos viajes marítimos por Europa (Mar del Norte y el Mediterráneo, con alguna escala por el norte de Africa), Julio Verne solo hizo un breve viaje a la costa este de Estados Unidos. Esa es la grandeza de Verne: «En Magallania te hace “vivir” los parajes magallánicos, son maravillosas las descripciones, y en cambio no estuvo nunca en ellos».
El manuscrito de «El ácrata de la Magallania» fue hallado por el investigador Piero Gondolo della Riva en los archivos del editor Hetzel (habitual de Verne) en 1977. Julio Verne escribió la obra en 1897, ocho años antes de su muerte, pero no se publicó en vida suya. «El ácrata de la Magallania» se editó en 1909 —cuatro años después de la muerte del escritor francés—, en una versión muy modificada por su hijo Michel Verne y bajo el título de «Los náufragos del Jonathan». «Es, pues, una obra muy posterior a las principales y más célebres novelas suyas —puntualiza Carlos Ezquerra— escritas y publicadas básicamente entre 1970 y 1880».
El manuscrito y cartas encontradas en ese archivo del editor de Verne permitieron descubrir lo mucho que Michel Verne modificó la obra. Ideológicamente más a la izquierda que su padre, Michel eliminó cinco capítulos y añadió otros veinte. «Así, Michel elimina de su versión toda referencia a unos misioneros cristianos que, en cambio, sí tienen cierta importancia en el texto de su padre», explica el traductor de la obra. «Pero, por el contrario, si bien en la versión de Julio Verne parece que el protagonista acaba abdicando finalmente de su radicalidad anarquista, sucede que el personaje es casi siempre mostrado desde fuera; no sabemos, por tanto, nunca mucho de lo que piensa: existe en todo instante una ambigüedad sustancial al respecto, dándose a entender que, pese a la corrección que la realidad hace a sus ideas, sigue hasta el final creyendo en ellas. En cambio, en su versión, Michel, aparte de que ataca explícitamente el anarquismo en algunos pasajes (cosa que su padre no hace), da una explicitud muy tosca al presunto cambio de actitud del protagonista, dando a entender que es consciente de lo inane de sus teorías y que acaba aceptando que la sociedad debe construirse teniendo en cuenta la tradición, el orden y la autoridad, aunque le quede la rabieta final de recluirse en el faro, lejos del mundo».
«El ácrata de la Magallania» es puro Verne, pura autobiografía espiritual. En ciertos personajes desmesurados el autor—«se notaba», dice Ezquerra— pone mucho de sí mismo: «Nemo, Robur, Hatteras: personajes avanzados a su tiempo, de energía y tenacidad casi sobrehumanas enfrentados a la pereza, cortedad de miras o mezquindad de sus coetáneos. El protagonista de esta novela compendia, en clave realista, a todos estos héroes, resultando más que nunca una proyección evidente del propio Verne. “El ácrata de…” es, además, una especie de resumen final de sus principales obsesiones: el gusto por la naturaleza (aquí, en particular, espléndidamente descrita), la curiosidad por las máquinas (la construcción del faro) el sueño de los refugios autosuficientes (“Dos años de vacaciones”.”La isla misteriosa”), su avidez idealista por un mundo mejor y, a la vez, su decepcionado concepto de la especie humana (como le sucedía al capitán “Nemo”), etc...»
¿Era un ácrata, partidario de la supresión de toda autoridad, Julio Verne? Hasta cierto punto, puntualiza Carlos Ezquerra: «En esta novela se ve bien su postura ambigua. El protagonista aparece firmemente convencido de esas ideas, a la vez que va observando que la realidad, por desgracia, se rige por principios ajenos a ellas. Por lo visto, Verne resultó muy seducido por las ideas de Kropotkin, si bien a medida que devenía influyente y famoso en la sociedad del tiempo fue aceptando, quizá con decepción, la conformación de la sociedad que le había tocado vivir. Pero en su interior, hasta el final debió creer que esas ideas representaban un ideal futuro para la humanidad (perteneció, en su última época, a una sociedad esperantista). Aunque, eso sí, estaba en contra de toda violencia en la aplicación de las mismas (en la novela, el protagonista se enfrenta con firmeza a los anarquistas violentos)».
Verne denuncia la matanza de animales marinos, como las focas a golpes de bastón. Toda su obra es un himno a la naturaleza; se ve en las famosas, minuciosísimas descripciones que siempre hace de animales, plantas, accidentes geológicos, que conforman páginas y páginas de sus novelas: «Algún estudioso, en Francia ha calificado 20.000 leguas de viaje submarinocomo “una metáfora ecológica pura” (el “Nautilus” sería un símil del necesario retorno del hombre al medio nutricio del que surgió). En “Magallania” brilla especialmente su fascinación por el entorno natural puro y el daño que la civilización produce en él. Y se nota el gusto del autor por la vida de “Robinson” que lleva el protagonista y sus amigos al inicio del libro».
Sostiene Carlos Ezquerra que existe un curioso relato de Verne, «Diez horas de caza» (complemento a su novela El rayo verde), que es todo un alegato contra la práctica de la caza: «Explica allí su ocasional experiencia al respecto, destacando de ella la crueldad hacia los animales y la estulta vanidad de los cazadores».

20.000 leguas de amargura

Verne escribió «El ácrata en la Magallania» durante los años —que arranca en 1886— en los que atravesó veinte mil leguas de amargura. Según Carlos Ezquerra, los estudiosos la atribuyen a diversas causas: «La muerte de su querido editor y patrocinador entusiasta Hetzel; el fallecimiento de su muy querida madre; la cojera que le produjo un sobrino trastornado que le disparó un tiro, cojera que, parece ser, le impidió dedicarse a su máxima pasión: la navegación. Aparte de esto, la salud, siempre precaria del escritor —tenía arduos problemas estomacales y neurológicos—, empeoró (diabetes, etc...). Otra atribución es a problemas económicos debidos a los, por lo visto, excesivos dispendios por parte de su esposa y su hijo Michel. Incluso se habla de algún posible, secreto, frustrado “affaire” amoroso, dado que con su mujer nunca pareció encontrarse muy unido...».
Como escritor compulsivo de cartas (escribió miles), Verne «hubiese hecho arder el correo electrónico de su ordenador, aparte de utilizar el Facebook sin descanso».

El primer tebeo de Superman, vendido por un cifra récord

Una copia del primer número de Action Comics, en el que Superman fue presentado al mundo, ha sido vendido en una subasta en Internet por un récord de 2,16 millones de dólares (1,64 millones de euros). Su coste cuando fue publicado en 1938 fue de 10 céntimos.
El cómic, en el que sale una imagen del "hombre de acero" levantando un coche por encima de la cabeza mientras la gente huye a su alrededor, estaba valorado en algo más de un millón de dólares por la página estadounidense de subastas ComicConnect.com.
ComicConnect lo calificó de "el cómic más importante en la historia de los cómics", y agregó que su buen estado se sumaba a su valor.
La copia del número uno de Action Comics fue robada de un coleccionista en 2000, pero reapareció después de que un empresario comprara el contenido de un almacén cerca de Los Ángeles.
"Lo que hace que esta copia sea tan especial (...) es que es una de las copias con mayor nota que existen - 9 en una escala de 1 a 10", dijo Vincent Zurzolo, de ComicConnect.
Varias noticias publicadas en Estados Unidos dijeron que el dueño del tebeo cuando fue robado era el actor Nicolas Cage, aunque no ha habido confirmación sobre la identidad del comprador ni del vendedor.
ComicConnect tenía el anterior récord de un cómic vendido en una subasta por una copia similar de una calidad ligeramente inferior que fue subastada por 1,5 millones en 2010. Se cree que hay unas 100 copias del número uno de Action Comics.