martes, 6 de diciembre de 2011

Los poetas que no fueron

Si Supermán fuera poeta, 
escribiría esto
Lo del rizo en la frente no fue idea mía, fue
cosa de mi padre, como lo de hacer justicia.
Yo habría sido feliz en la granja, surcando
el prado de centeno como alma que lleva el
diablo, echando carreras a los trenes, levantando
tractores, cortejando a Lois. Pero mi padre dijo:
«Viniste aquí por un motivo. Debes cumplir tu
destino». Y así comenzó el suplicio. ¡Y hay tanto
por hacer! Y yo solo no puedo. Alcázar tiene a
Pedrín, Batman a Robin, Pin a Pon, pero yo estoy
solo muy solo, más solo que Marta Sánchez,
más solo que Gary Cooper, más solo que Major
Tom. Además, para qué engañarnos, esto no hay
quien lo arregle, de sobra lo sabemos. De modo
que lo dejo. Daré la vuelta al mundo siete veces
siete para echar el tiempo atrás y sestear sobre la
hierba cortada, perforar el cielo, jugar al béisbol,
amar a Lois. Y ya no seré pájaro, no seré avión,
sólo un muchacho; otro muchacho que no quiere
crecer, otro guardián entre el centeno.



Si Pinocho fuera poeta, 
escribiría esto
¿Que viene el lobo? ¿Los Reyes Magos? ¿Ideal
parejas? ¿Para todos los bolsillos? ¿Tendrá pelo en
tres semanas? ¿Talla única? ¿Lo importante es participar? ¿El tamaño no importa? ¿El dinero no da
la felicidad? ¿La belleza interior es lo que cuenta?
¿Los hombres no lloran? ¿Dios? Yo no mentía más
que vosotros.



Si el Hombre Invisible fuera 
poeta, escribiría esto
Os voy a enseñar lo nunca visto.



Si Charlie, 
el de Los Ángeles, 
fuera poeta, escribiría esto
Mis ángeles no son como los de los cuentos.
Sí tienen sexo, no alas, y yo soy el que custodia las esquinas de sus camas. Saben que
las protejo, pero verme no las dejo. Cuando
ellas van, yo vuelvo. Cuando llegan, ya no
estoy. No saben ni si existo, pero yo sí las
he visto. Ellas, en cambio, no. Para ellas sólo
soy el humo de un cigarro, la huella de mi
cuerpo en un asiento, un vaso medio lleno,
una cortina que levanta el viento.

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